Archivos diarios: 17/09/2009

Avería y Redención #09

DSC00144Me pasa de vez en cuando, y ya me estoy acostumbrando. Se suele concentrar en unos días de estrés o ansiedad ante la incertidumbre, y en el que mi estado de ánimo está más bipolar que de costumbre.

El caso es que esta época me pilló por sorpresa, y he oscilado con más facilidad de la que habría deseado. He estado más ansioso, nervioso, inquieto, inseguro, esquivo, melodramático e irritable de lo que podría imaginar, y a la vez, ilusionado, ambicioso, confiado, seguro, y extrovertido de lo que acostumbro.

Y en este contexto, ha coincidido que he vuelto a escuchar el ‘Avería y redención #7’, de Quique González, que me ha venido que ni pintado para definirme: quizá no es su mejor disco -quizá no es mi mejor momento-, pero sí en el que descubres que puedes tirar hacia objetivos que no tenías en tu agenda, sin perder tu esencia, y que sin duda te van a enriquecer, ya no sólo por lo que puedes alcanzar, sino por cómo vas a afrontarlos.

Ahora y aquí tampoco vienen a cuento todos los motivos y detalles ocultos, pero afortunadamente tengo cosas que celebrar: una relación de pareja que nada la puede deteriorar; una entrevista de trabajo que no creo que haya salido mal; un proyecto que creo que me va a hacer muy feliz en un futuro cercano, y dos entradas para ver a Muse en Barcelona dentro de 2 meses.
averiaNo puedo quejarme. Ni debo. Y sí: La vida te lleva por caminos raros, como si fuéramos los backliners de la cajita de música, en esta casa que está vacía, donde ya no quedan ni Betty, ni su hermana, Lady Drama. Así que me dió igual, y busqué la número 7 y aparqué delante, en doble fila, para observar los desperfectos que quedaban. Era tiempo de avería y redención, aunque fuese tirando de trucos fáciles para los días duros. Así que cogí las gafas de Mike y me fui, no sin que antes me dijese «Vete con cuidado. Son tipos duros, trabajan en escenas de acción«. Y le contesté, indiferente: «Por mí, como si nos invaden los rusos«. Sabía que había sido brusco, y no se lo merecía, pero al fin respiraba aliviado, porque todavía hay partida. No iré ganando, pero todavía guardo en el bolsillo pequeñas monedas y grandes mentiras, para, por lo menos ir tirando.

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