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Gracias, Eusebio

GRACIAS. Por habernos devuelto la ilusión. Por habernos vuelto a hacernos sentir orgullosos de una camiseta que no siempre es fácil llevar puesta. Por habernos salvado (aunque fuese a última hora, y Mesías de Moaña mediante) del verdadero infierno. Dos veces. Por habernos dado ratos de buen fútbol, como la exhibición del Calderón. Perdón: EXHIBICIÓN. Por haber demostrado que «Guardiola de La Seca» no era un mote despectivo. Por haberte mostrado coherente, discreto, educado, sensato, incluso resignado con una Dirección Deportiva nefasta y francamente mejorable. Por habernos descubierto y consolidado a gente como Iago Aspas, Michu, Dani Abalo, Hugo Mallo, Túñez u Oriol Riera. Por mantener la humildad, la ética y por ofrecer una propuesta atractiva de fútbol en una categoría en la que la mayoría de los equipos parecen italianos.

No sé por qué prescinden de ti, del entrenador más sensato y favorable a los intereses del club que recuerdo en «Casa Celta» en los últimos años. Me llena de orgullo y satisfacción tu etapa en Balaídos, y me frustra ver cómo se acaba así, por las presiones de unos consejeros que no tienen ni idea de fútbol, y que te intentaron poner en el desfiladero en muchas ocasiones -cuántas «finales», madre mía- (como la de Girona, o después de la eliminación de Copa del Rey). Y precisamente ahora, en clara línea ascendente, cuando somos sólidos y consistentes en defensa -siempre que no juguemos por el Levante español-, y eficaces arriba sin tener ningún delantero puro (ni válido), te dejan ir. Eso sí, te vas con la cabeza alta, con dignidad, sin levantar la voz, sin quejarte de las circunstancias ni contratiempos. Cuando, como yo, empezabas a creer que, manteniendo el equipo actual, y con un par de delanteros mínimamente contrastados, sí que podríamos ser candidatos al Ascenso.

Gracias, Eusebio. Que te vaya bonito. Y a ver si, en algún momento, puedes volver a entrenarnos. Esperemos que en Primera ya.

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Éste sí que es el partido del siglo: Arsenal – Barça

Cómo han cambiado las cosas. ¿Dónde estará ahora Oleguer?

Seguro que desde ahora hasta el próximo día 10 de abril desde laSexta (y desde la «prensa deportiva», y desde «Los Manolos», y desde cualquier lado, porque hasta en tdp lo tratan desde un estúpido madridismo el asunto) nos empiezan a martirizar con el Madrid-Barça. Que sí los 2 mejores equipos del mundo (lo del Barça lo entiendo, pero el Madrid ya está en el 2º bombo de la UEFA), que si CR9 contra Messi, que si la Liga en juego que si bla,bla,bla. Yo lo tengo muy claro; aunque debería estar estudiando Cuidados Paliativos, supongo que me iré a Capitol a ver a Standstill… en vez de ver el partido -la ida ya me la perdí por estar en aeropuertos de segunda…

Pero, aparte de ese egocentrismo y fanatismo tan propios del español medio, si somos objetivos, y nos abstraemos de nacionalismos absurdos, esta noche se enfrentan en un terreno de juego los equipos que más empeño ponen en dignificar un deporte tan vacío en nuestros tiempos de espíritu competitivo y deportivo, y que se comporta como un asqueroso lobby que mantienen unas deudas escandalosas y al que se le consienten privilegios fiscales y políticos simplemente por ser el «opio del pueblo». Señor@s, háganme caso y disfruten del espectáculo: Arsenal – Barcelona. Y todo sea dicho de paso, aunque se salve el descafeinado ManUtd-Bayern, el único partido que parece propio de esta eliminatoria de Champions, porque el resto…¡telita!

Por si queda alguna duda: lo interesante es el cruce 3.

Después del Celta, son mis dos equipos favoritos. De hecho, cuando era un niño (y no fue hace tanto tiempo), era ferviente seguidor culé. Es más, me acuerdo de celebrar el penalty fallado por Djukic que le daba una Liga en la última jornada al Barça de Cruyff. Sin embargo, el asunto se acabó en ese mismo año, 1994, con la final de Champions que perdieron 4-0 contra el Milan. Recuerdo haber llorado como una magdalena, casi tanto (y ya entonces me molestaba), que cuando un coche había atropellado a mi perro el año anterior. Así que, como se dice, hice borrón y cuenta nueva (todavía tenía goma suficiente), y tras un coqueteo con el eterno rival -me fascinaba cómo jugaba Rivaldo, qué queréis-, desde entonces empecé a ser del Celta.

Al mismo tiempo, (bueno, un poco más tarde), llegaba al Arsenal Arséne Wenger. Era 1996, y todavía estaba fascinado cómo se habían llenado los campos ingleses en la Eurocopa. Para mí, desde aquella perspectiva, lo mejor del mundo era ser hooligan, animar enfervorizadamente a mi equipo (a pesar de los típicos coloretes sobre el clásico tono pálido inglés), y cantar a pleno pulmón Blur y Oasis en un estadio de fútbol. Y, además de eso, unos futbolistas que entendían el juego de ataque como presión, posesión y velocidad. Porque mira que jugaban bien los Bergkamp, Overmars y Henry… Más tarde, en 2004, el Celtiña se cruzó al Arsenal en octavos, y nos tocó el equipo que ganó la Premier League acabando invictos. Y que encadenó en Liga inglesa 49 partidos sin perder.

Decid lo que queráis; la Intertoto es un título europeo. Y la ganamos.

Por ese mismo entonces, el fútbol de toque volvía a Can Barça. Tras un comienzo titubeante con Rijkaard en el banquillo, encadenó una 2ª vuelta bestial en la que sólo perdió contra… el Celtiña. Y sí, volvía a ser 2004, y el Celtiña pasaba de jugar la Champions por primera vez en su historia, y, lo que es más importante, de inventar la joseignaciada, a descender a Segunda ganándole a un equipo que lo ganó (casi) todo en la 2ª vuelta, con un Ronaldinho empezando a deslumbrar.

Pero todo esto era para algo. El día que se enfrentaron en la mejor final de Champions de esta década los dos equipos que nos ocupan -aunque ya sé que la del ManU y el Chelsea tuvo un final que ni Los Serrano-, aunque me alegré por el resultado final en la misma medida que me dieron pena Fábregas y Almunia, tuve el mejor descuento de partido de mi vida. Y no, no tiene que ver con sexo. Me llamaron al móvil, y al otro lado, sin terciar palabra, sonaba estosí, la mítica canción de los deportes de laSexta-. En directo. Y desde aquí, Contreras, te sigo estando agradecido.

Y soy consciente de que me he desviado del asunto. Tanto el Arsenal como el Barça son dos delicias en un campo de fútbol. La capacidad que demuestran para plantear el juego de ataque desde el toque y la posesión, en la que todos los hombres saben tanto atacar como defender, en el que los jugadores demuestran sentimiento de pertenencia al club, en los que se dan oportunidades y se miman a los jugadores jóvenes, y en la manera en la que el talento se impone al músculo, hacen que merezca todavía la pena soñar con este deporte.Y todo esto, demostrando que incluso se puede seguir un modelo financiero viable. Y vale, ya sé que no es algo nuevo, pero siento que debía decirlo.

En esta ocasión no tengo favoritos. Sólo espero que quien pase la eliminatoria, gane la Champions. Por justicia poética a este deporte. Y el que no lo haga, que gane su liga doméstica. Porque, en el fondo, son los únicos que justifican el precio de las entradas, o de las camisetas, o de los contratos de TV. Gracias por los próximos, al menos, 180 minutos. PD: Y si no os fiáis de mi opinión, os dejo la de un experto: Maldini.
PD2: O la de otro: Axel Torres.

No os asustéis, sólo es un partido al Pro. Y sí, yo era el Arsenal...

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Jugamos como nunca y perdimos como siempre

Pues sí, entre otros motivos por los que este blog ha estado acumulando polvo durante el mes de febrero, hubo Febrero de exámenes. El más raro que haya tenido. Sin sentir tensión, sin excesiva motivación, y básicamente decepcionado. Primero, por anticipado y, posteriormente, por la confirmación (de aquello que ya sabía) de que:

1.- La Universidad está anquilosada. En un programa desproporcionado, en unos exámenes que no son representativos de la materia, en unos profesores hipócritas y en un sistema obsoleto, entre otros defectos. Entre otros defectos que Bolonia no solucionará (sólo me refiero al asunto meramente académico).

2.- Da igual cuánto hayas trabajado en una asignatura. Sólo importa el examen. Y así nos va… el año que más me he currado unos apuntes de lujo (no es por ser vanidoso, es que me han quedado fabulosos), y no ha valido la pena -a la hora de las notas-.

3.- No tengo suerte en los exámenes. Eso explica que nunca haya acertado más de 8 en la Quiniela, y de que, de todas las veces que haya jugado a la Primitiva (durante unos 3 años) y a la Euromillones (2 años), sólo haya sacado en limpio 34 €, que, obviamente, no sufragaron gastos. Tampoco es una novedad: es algo de lo que soy consciente, pero cuando te sientes decepcionado fastidia mucho más ver la cantidad de gente (que no personas) que tienen una flor en el culo y les funciona como amuleto.

4.- No hay ningún profesor del 2º ciclo decente, al que poder considerar «maestro». Hay cierta diferencia entre «ese tío que da clase», y esa persona magnética y fascinante, con pasión por lo que hace, y que sabe explicar y transmitirte dos de las virtudes más importantes en la vida laboral (vocación y profesionalidad) y que te acordarás, con el tiempo y la perspectiva suficiente, como un ejemplo a seguir, como un espejo en el que intentar verse reflejado.

5.- Es frustrante ver cómo gente que ha alcanzado ciertos cargos de responsabilidad en una institución pública como una Facultad es tan inepta, desordenada, despistada, torpe, cobarde e incapaz de reconocer sus errores. Y, aún por encima, tienes que lidiar con ellos a sabiendas de que ni les importas, ni van a asumir ninguna responsabilidad. Sí, sigo hablando de profesores, y de coordinadores. Lo sé, nadie me obligó a ser delegado

Vamos, que respecto a estos últimos exámenes, me siento como el Celtiña: por mucho trabajo, talento, y constancia que haya demostrado, siempre acaba apareciendo algún árbitro cabrón, o algún despiste defensivo que me cuesta caro. No todo está perdido. Nos queda la dignidad y el orgullo, algo de lo que otra mucha gente no podrá presumir en su vida.

PD: El título, por La Habitación Roja – Nunca ganaremos el Mundial.

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El Celtiña y la prensa deportiva

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Vale, está claro que llevamos unos años de capa caída y por eso estamos en la categoría que estamos. Vale que con el vuelco que ha vivido el fútbol televisado en España, apenas podamos ver al Celta en acción. Pero que aún por encima, los de Marca.com nos vacilen así, esto ya es el colmo…y no es la primera vez.

PD: Por si no os habéis fijado, fijáos en el marcador y en la parte de Goles.

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