Publicado también en Rey Sombra.
No sabemos si ha sido la polémica sobre Kurt Cobain en el nuevo Guitar Hero, el propio Guitar Hero de la banda, que Obama haya alcanzado el poder, o que simplemente parece que muchos grupos que encabezaron las listas de ventas y los estadios en los 90 están de vuelta. El caso es que el nuevo disco de Pearl Jam confirma los buenos presagios que supuso su anterior disco, el homónimo (el del albaricoque).
En una concepción muy similar al ‘Accelerate’ de R.E.M, Eddie Vedder y los suyos han imprimido más velocidad a sus temas, y demuestran una claridad de ideas y una confianza en sí mismos que nos asusta. Es un disco corto, conciso, rabioso, sólido, e, incluso se podría decir, optimista. Y sí, estamos hablando de Pearl Jam. Conservan todas sus señas de identidad (la majestuosa voz de Eddie Vedder, el brío en las guitarras, la intensidad, la épica íntima de sus medios tiempos…), pero su nueva entrega añade a su fórmula unas pinceladas de positivismo (¿será el efecto Obama?) que insinúan que ya no les pesa la losa que se pusieron encima tras el gigantesco éxito de ‘Ten’ y sus primeros discos. Ya sabéis, el boicot al gigante de los conciertos de Ticketmaster, su decisión de editar discos en directo de cada concierto, su decisión de minimizar las apariciones en los medios de comunicación, su decisión de no grabar videoclips…Ahora parece que la han levantado de nuevo. Aparte de la (preciosa) portada del nuevo álbum (¿no recuerda al grafismo de Americana, de The Offspring?) -la más luminosa y colorista de su carrera-, adelantaron el nuevo disco con una actuación en el show de Conan O’Brien, y han vuelto a grabar un videoclip. Y a esto le sumamos el Guitar Hero en exclusiva para ellos solos. O se han sacudido todos los complejos, o simplemente quieren un buen colchón económico para su jubilación.
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Quizá algunos lo consideren como una bajada de pantalones, o una alienación de la sociedad de consumo, o una concesión al mainstream, al que habían evitado desde sus inicios. Quizá no haya sido un cambio espontáneo, pero podemos agradecer que, aún en ese halo conmemorativo que los rodea (están empezando a reeditar su discografía de cara a su 20 aniversario como banda en 1991), hayan decidido hacer el disco posiblemente más ágil, conciso y divertido de su carrera. Esa clarividencia de cara a los arreglos y ese barniz pop e inmediato que cubre el disco se agradece: lo que han querido decir, lo han dicho alto y claro. Resisten con dignidad a la categoría de grupo de rock adulto, cuando otros (Red Hot Chili Peppers, U2,…) nos han decepcionado con sus últimos discos.
El inicio con tres trallazos (‘Gonna see my friend’, ‘Got some’ y ‘The fixer’), el cuidado con el que afrontan los medios tiempos-baladas (‘Just Breathe’, ‘Amongst the waves’ o ‘Speed of sound’), y el lavado de cara «revitalizante» que le han pegado la banda nos permiten mantener la confianza en estos tipos. Puede que en este giro se hayan convencionalizado, y que cada vez quede menos de alternativo en su concepción del rock, pero no se han limitado a cubrir el expediente y a estas alturas, no lo podemos decir de todos los grupos. Aunque nos desconcierte ligeramente este nuevo paso en su trayectoria, mantienen la dignidad de su repertorio, y demuestran que se puede ser uno de los discos del año sin tener que aprovechar todos los réditos del hype. Aunque sea por la cabezonería que pregonizan en ‘The Fixer’: When some thing’s gone, I wanna fight to get it back again’.
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Puedes escucharlo en Spotify. [8,25]