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Una semana en el motor de un autobús. Bueno, dos.

Os imaginaréis que empezaré a hablar de la importancia de este disco en mi vida, y blablabla. Igual creéis que he sufrido algún desengaño amoroso y que este disco me ha venido que ni pintado para tirar hacia adelante. O que, literalmente, me he estado una semana viajando de un lado a otro en autobús. Vale, lo he usado. Más de lo que lo había usado todo este año, en esta última semana. Bueno, casi 2, que hace 12 días que no renuevo el tinglado esto. Pero no me refiero a eso.

Básicamente, al igual que le pasó a Los Planetas con este disco, en este período me ha cambiado el panorama una barbaridad. No por trágico (creo), ni por positivo (creo). Simplemente, he tenido que volver a cambiar (otra vez) los planes, tanto a corto como a medio plazo. Os lo contaré así:

01. Segundo premio. Pues no sé a qué referirme. Si la satisfacción de volver a comprar a mansalva en una FNAC, a mi flamante nueva sudadera del Arsenal (comprada en la Megastore del Camp Nou… -mi novia es una madridista con orgullo-), o a lo que alguna gente considera regalo: mi «nombramiento oficial» como delegado de clase.

02. Desaparecer. No sabéis lo gratificante y liberador que es estar un fin de semana sin conectarse a Internet. Ni usar el ordenador. Y eso que a lo tonto, de un tiempo a esta parte, me he visto gestionando 3 blogs, 4 cuentas de correo, 2 de Twitter y otras cosas más. Así tengo +1000 en Google Reader…

03. La Playa. Bueno, más que playa, mar. Y no (sólo) el que está cayendo ahora en mi tejado. Más bien el verlo cuando más me gusta: en invierno. En Galicia, y con temporal: precioso. En Barcelona y con Sol: pareciendo más primavera que una tarde de finales de noviembre. Y sigo pensando que el Mediterráneo, con el agua tan caliente, parece un consomé tibio… (u otra forma más políticamente incorrecta: una poza…)

04. Parte de lo que me debes. Llevaba controlando mis gastos una buena temporada. El viaje a Barcelona imperaba. Pero de repente, me he visto adelantando gastos (ya pago los periódicos por adelantado -ahora mismo, las ediciones de viernes a domingo de Público- para todo el mes), adelanto varias semanas de un bote común, y pongo pasta para regalos cubriendo la parte de otra gente. Que sí, que espero que me la devuelvan, pero casi prefiero que la pongan por mí en otras ocasiones. Porque para ir tirando, tengo. [Barcelona ha reafirmado mi valoración económico-consumista]

05. Un mundo de gente incompleta. Afortunadamente no me refiero a enfermos del Hospital, en el sentido de amputaciones o similares. Sino que, al querer hacer las listas de correo de la clase (organizando según los grupos, las prácticas…) te sorprendes con lo paradoja de que hay gente que te puede llegar a mandar su dirección para que la inscribas sin que te manden su nombre. Y con nicks que, obviamente, no les identifican…

06. Ciencia Ficción. Todo lo que aprendes de otra gente cuando habla de temas relacionados con la Medicina sin que les digas que la estás estudiando: en apenas dos días, he «sufrido» conversaciones en ascensores, peluquerías y puertas de gimnasios -tranquilos, no entro, sólo paso por delante- en el que te das cuenta de que, por más que les intentes explicar ciertas cosas, creerán más al monitor vigoréxico de su gimnasio, a la vecina hipocondríaca, o a la maruja administrativa de turno. Y no sólo de gente no familiarizada con el tema: las excusas de ciertas enfermeras para no vacunarse de la Gripe ja A asustan. Y así de refilón, hablando de «Ciencia Ficción», he dejado de ver ‘FlashForward’. Empecé viéndola por Cuatro, pero varios compromisos (que si la Champions, que si Cineuropa y otras historias) me han hecho aplazarla, y ahora, respecto a la emisión norteamericana, creo que llevo 7 capítulos de retraso…

07. Montañas de basura. Limpiar un piso de estudiantes un viernes. Te das cuenta de que ni tú ni tus compañeros de piso tenéis un perro debajo de la cama, como tú pensabas: son pelusas. Y de que las consecuencias de (ver canciones nº) 8 y 10 son siempre imprevisibles.

08. Cumpleaños total. Hay veces en que las celebraciones se disfrutan mucho, aunque falte gente. Será la predisposición festiva de tu organismo, o que el alcohol toca a más. O que la que no falla es la que más ganas le ponen a disfrutar de la noche. Pero nunca me lo había pasado tan bien jugando al poker. Me refiero a cuando no lleva el prefijo ‘strip-‘ delante…

09. Laboratorio Mágico. Esto puede quedar como una frikada. Pero cuando a un médico le empaquetan darte un seminario de compromiso al que no le harás ni caso porque estás pensando en qué vas a comer ese día, y sabiendo que lo único que te interesa de esa hora es que te firme la asistencia, tienes 2 opciones: que suelte la misma presentación de otros años (tan teóricamente densa como innecesaria y antididáctica), o aparte de enfocarlo con intención didáctica, muestres compromiso, pasión, integridad, inteligencia, esperanza y ganas por tu trabajo, aunque habitualmente tengan desenlaces fatales. Y que, además, te dejes de pamplinas y expongas tu opinión abiertamente, y con cercanía, sobre temas «calientes» que le preocupa a la gente. En este caso, las vacunas sobre la Gripe A y del Papiloma. Y eso en un médico joven, hijo, sobrino y familiar de más médicos (los supuestos «enchufados»). Chapeau. Vamos, lo que se necesita para acabar con el punto 6.

10. Toxicosmos. Sea lo que sea eso, es tan desagradable levantarse oliendo eso, como gratificante y euforizante disfrutarlo durante la noche. El problema es si la fiesta (ver 8 ) es en tu casa, apenas hay quien entre en la cocina, y tienes que desayunar (en diciembre) con la ventana del salón abierta para ventilar mínimamente. No hay Brises Un Toque que valgan la pena para situaciones así.

11. Línea 1. Habitualmente el itinerario más importante en el transporte público que sea: metro, tren, autobús… Y a veces haces balance y te sorprende que te cueste casi tanto un taxi de noche desde el aeropuerto al centro de una gran ciudad, como el billete de avión que te ha traído desde una ciudad a 1000 km de distancia. Supongo que será alguna consecuencia de la Teoría de la Relatividad de ese señor simpático que parece un cruce entre Eduard Punset y Groucho Marx

12. La Copa de Europa. Esa sensación eléctrica de euforia, de comunión multitudinaria (que no sólo de conciertos va esto, señores), del «efecto percha» -no dejar de sonreír, aunque lo intentes-. Pues hay pequeñas cosas que te hacen sentir así. Aunque sea una «nimiedad sentimentaloide», un detalle de tu pareja, que alguien te reconozca por tu blog, aunque no te conociera personalmente… Te sientes como lanzando la falta de Koeman, o como Etoo en las dos Champions del Barça, o mejor: como si fuese Bakero ante el Leverkusen, o Iniesta ante el Chelsea…algo así…

Y bueno, aparte de todas estas chorradas-que-podría-haber-puesto-en-un-diario, y que puede que quizás os debería haber ahorrado, vayamos AL DISCO EN CUESTIÓN. Sigo sin tener dudas: el mejor disco de este grupo, al que le tenía reticencias («es que a J no se le entiende», «es que son unos sosos en concierto», «es que son comerciales», «es que no me gustan los grupos con cantantes que tengan ojeras»), pero que me engancharon con esta maravilla. Sí, el primero que me compré de ellos fue el ‘Contra la ley de la gravedad’, pero era porque estaba de oferta. Su único disco incontestable. Sin canciones de relleno. Con todo lo que le puedes pedir a un disco: coherencia interna; el suficiente grado de heterogeneidad para que te sorprenda y de homogeneidad para que suene identificable, pero sin que te parezca un despiporre de efectos del productor ni una paja mental de los que firman el LP; un diseño atrevido; minunciosidad y acierto en los arreglos de cada canción; el equilibrio entre la energía y la épica…y las CANCIONES. Porque las de aquí son con mayúsculas. Y si no me creéis, pinchad en la carátula y podréis escucharlo en Spotify.

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